Capítulo 51: Jueves, 17:00

No puedo escribir. No puedo ni siquiera releer lo que he escrito. No es que no pueda abrir el documento, que esté dañado o algo; no es que se haya borrado o que la pantalla del ordenador no funcione o que se haya ido la luz. Simplemente no puedo. Como en El Ángel Exterminador. No puedo.

Y si no se puede, no se puede; así que me voy a dar una vuelta, para airearme. Llamo a Sergio, un buen amigo de la universidad, a ver si quiere ir a echar un ojo a la tienda de cómics o a hacer unas birras. Pero no contesta. No contesta ni al móvil ni al fijo. Le mando un wathsapp pero creo que ni siquiera lo recibe. Así que bajo, yo sólo, al centro, fumándome un pitillo, con el sol en la espalda, tarareando algo que no es Verano Azul pero se le parece.

De camino me llega un SMS. Es Lola, que me dice que no le he mandado aún el borrador, que se lo mande. Yo le contesto que sí, que ya se lo he mandado, pero que igual no le ha llegado, que ahora se lo reenvío. Pero no se lo reenvío, claro. Y bajo, hacia el centro, fumando un pitillo, con el sol en la espalda, tralará.

Hago parada para tomar una cerveza en el bar de Mario. Mario es un tío guay; perilla, pelo largo, pendiente en la oreja. En la parroquia de su bar hay un poco de todo, desde el borracho cinquentón que se pasa el día enganchado a la tragaperras hasta los perroflautas del barrio. Aquí se habla de fútbol y también de Godard. Aunque no he visto a nadie hablar de Spiderman, eso no.

—Ponme una birra, Mario.
—¡Hombre, David! ¿Se te había tragado la tierra, maricón?
—Pues casi, supongo.
—¡Hace más de una semana que no se te ve el pelo! ¡Y vaya pelo! ¡Estas hecho un asco, tío! ¿Y qué son esas ojeras?

Me da una palmadita de hombretón en el brazo y casi me tira del taburete. Yo toso patéticamente.

—¡Cof, cof! No sé, tío... Creo que he estado enfermo, cof, cof...
—Venga, eso lo arregla un blacandequer
—No, tío, es muy pronto...
—¡Marchando un blacandequer!

Un “blacandequer” es una especialidad de la casa, tomen nota: dos partes de Jägermeister por una parte de Fernet Branca, otra de licor de café y otra de vodka. Levanta a un muerto. O le acerca a uno un poco más a la tumba.

—¡De un trago!
—De un trago...

Me lo bebo y noto como me perfora el estómago.

—Oye, Mario. ¡Cof, cof! ¿Has visto a Sergio?
—¿A Sergio?
—Sí, a Sergio. No sé, tío, no me coge el teléfono...
—David...
—¿Qué?
—Sergio está muerto, tío... Murió el mes pasado. Fuimos juntos a su entierro...

No hay comentarios:

Publicar un comentario