Capítulo 23: El decálogo (flashback #3)

Tengo entendido que usted ya está al corriente del tema de los viajes en el tiempo, “el batallón de los cien años” y un más que probable fin del mundo. Discúlpeme si he sido un poco confuso en la narración de los hechos, pero entienda que viajar en el tiempo no es moco de pavo.

Mi padre es un cinéfilo y eso me ha convertido a mí en un cinéfilo. De pequeño vi todos los clásicos de Steve McQueen y Alain Delon, y, aunque mi padre siempre quiso convertirme al western, yo soy un poco más de comedia americana, de No me chilles que no te veo y El gran despilfarro. Algunas películas las he visto cientos y cientos de veces; pero si hay una que sobresale entre las demás, una que puedo haber visto miles y miles de veces, esa es Regreso al futuro, la uno y la dos, la tres me parece una mierda.

No es difícil entender el porqué de esa fascinación: un Michael J. Fox en estado de gracia, un novedoso uso del formato de la trilogía, una puesta en escena contemporánea, una aventura, una historia de amor, un coche molón... Marty McFly era como Spiderman, tu amigo y vecino. Y reconozco que, a ojos de extraños, ahora, esta pasión puede resultar un poco friki.

Desde Regreso al futuro, el tema de los viajes en el tiempo ha sido un fetiche para mí. Siempre me ha apasionado leer sobre ellos. Un día incluso me acerqué a la librería del barrio y compré Historia del Tiempo, de Stephen Hawking. No entendí nada.

Ahora que lo he probado, puedo explicarles, más o menos, y de una manera poco científica, cómo funciona lo de los viajes en el tiempo. De hecho, creo que la forma más sencilla de exponerlo es a través del decálogo que escribió Kurt Vonnegut al respecto. Lo hizo en diciembre de 2013, aunque él murió en 2007:

1. No es necesariamente cierto que todo lo que sucede ha sucedido y sucederá.

2. No se puede viajar al futuro porque aún no ha sucedido. Como decían los punks: “No hay futuro”.

3. (Sobre el punto 2) Teóricamente, un viajero en el tiempo puede volver al pasado y llevarse a una persona de ese pasado a su presente. No obstante, vea la paradoja: para esa persona del pasado el supuesto futuro es en realidad su presente.

4. Un cambio en el pasado no necesariamente modifica tu presente. Aunque aún no se ha podido descifrar el mecanismo por el que esto sucede, ciertos cambios pueden provocar la aparición de líneas temporales paralelas. Un ejemplo: usted tiene un accidente en  1996 y se queda parapléjico. Puede viajar al pasado, evitar el accidente y, no obstante, continuar parapléjico. Mientras, su yo de 1996 emprende un nuevo camino que nada tiene que ver con el que usted ha vivido o vivirá. Visualízelo como una vieja carretera en la que se crea una bifurcación. A partir de ese momento, el antiguo camino queda en desuso y todo el mundo circula por la nueva vía. A ese punto de bifurcación se le llama “vértice” y la línea temporal original se convierte en una “vía muerta”.

5. La única manera de volver a una vía muerta es viajar hasta un vértice y evitar que se provoque la bifurcación.

6. Si se viaja al pasado y se evita la aparición de un vértice, la línea original vuelve a convertirse en el plano temporal dominante mientras que la línea que se creó tras la bifurcación se convierte en una vía muerta. No obstante, la intervención en un vértice puede provocar también la aparición de una tercera vía.

7. No es cierto que se colapse el universo si alguien se encuentra con su yo del pasado. Simplemente, no pasa nada.

8. Eso sí, si usted coexiste con su otro yo en el mismo plano temporal, asegúrense de no compartir la misma línea telefónica.

9. Sobre todo, no evite que sus padres se conozcan, o usted nunca nacerá. Eso es perturbador.

10. Los viajes en el tiempo producen migraña.

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