Capítulo 10: Cien años soledad

Imagine que usted habita a finales del siglo XVII, imagínese en Francia, por ejemplo, entre pelucas y polvos de talco. Y le viene un señor y le dice que dentro de doscientos años las calles estarán llenas de unos modernos vehículos motorizados que llevarán a la gente de aquí para allá. Que se verán incluso más de estas máquinas que personas por las calles. Que esas cosas incluso hablarán. Imagínese algo más cercano. Imagínese que le dice que podrá contener en un disco de vinilo o en una cinta magnetofónica la grandeza de toda una orquesta sinfónica, y que podrá escucharla en el salón de su casa. Imagínese que le dice que mediante un aparato llamado televisor podrá ver a unos señores dando las noticias, que todo el mundo llevará un teléfono en el bolsillo, que se podrá bajar películas de Internet, y que usted podrá echarle un ojo a Twitter, poner algún “Me gusta” en Facebook y responder un par de correos electrónicos con un “LOL” o un “WTF?”.

Pensaría que este tipo está loco, que es cosa de magia o del demonio. Pero ahora, sabe que todo eso ya ha sucedido.

Ahora imagine que usted es usted, en su momento y su lugar. Y que vengo yo y le digo que dentro de cinco mil años un científico llamado Ludwig Li Li Bolívar construirá la primera máquina del tiempo. No se llamará así, claro, pero así me entiende. Yo he utilizado esa máquina y estoy ante usted y se lo explico. Ve mi ropa y mi corte de pelo contemporáneo, ve que no llevo ningún monopatín volador ni implantes mecánicos, y entonces duda. Pero le explico también que yo no nací hace cinco mil años, ni mucho menos. Nací en 1980. Y que una vez inventada la máquina del tiempo, ¿qué importa el tiempo? Su primer pensamiento será que estoy loco, que es cosa de ciencia ficción o de la tele. Pero reconozca al menos que no sólo puede ser, sino que además no es imposible.

Han pasado cien años desde que se publicó la entrevista con Paco Puche. En los libros de historia se lee que ese día Mariano Rajoy dimitió, o al menos lo intentó. Dos días después, Artur Mas ganó unas elecciones que llevaron a Cataluña a la independencia, y después a una guerra, y después al fin del mundo. Pero vamos por partes.

Para mí, hoy, es 24 de septiembre del año 2112. Estoy en Barcelona, en el subsuelo del Palacio de la Generalitat. Y no estoy sólo. Me acompañan algunos viejos conocidos como Paco Puche y Artur Mas. También están aquí Pedro Bolívar, antepasado del científico Ludwig Li Li Bolívar, el escritor norteamericano Kurt Vonnegut, el guionista Grant Morrison y un tipo con gafas. Para no liar la cosa, simplificaré explicando que ni Puche, ni Mas, ni Vonnegut, ni Morrison, ni yo estamos en nuestro tiempo. Se puede decir que hemos viajado al futuro. Bolívar sí es de esta época. Nació el 6 de agosto del año 2082 y morirá mañana. Sobre el tipo de gafas sólo sé que está aquí para “dar fe”, según sus propias palabras.

Se nos conoce como “El batallón de los cien años” y hemos venido a matar a Artur Mas. Yo aprovecho para decirle a Morrison que me gusta el Morrison de antes, el de Doom Patrol, y no el de ahora. Aunque soy consciente de que “ahora” puede resultar un poco relativo.

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