Capítulo 26: Siempre será domingo

Es lunes. Me encuentro de nuevo en mi coche, conduciendo, con las noticias de la mañana en la radio; la misma mierda de cada día y la misma línea blanca. Aunque sé que no por mucho tiempo, sé que hay un punto en concreto de esta carretera en el que voy a girar el volante y voy a seguir una línea nueva, hacía un nuevo destino. Lo tengo programado.

Es lunes. Y es el primer lunes desde hace muchos años en el que no importa que sea lunes; en el que el lunes es igual que el domingo anterior, y el martes, y el miércoles. Y todos los días a partir de hoy, siempre serán domingo. ¿Acaso iría usted a trabajar hoy si fuera yo? ¿Acaso le preocuparía la factura de la luz o la hipoteca? ¿Qué importa el trabajo, qué importa el dinero y los días si se puede viajar en el tiempo, si los aliens existen y van a conquistar el planeta? ¿Qué importa realmente?

Así que como no importa nada cambio el dial. Suena Happy Together, de The Turtles.

Repaso mentalmente todo lo sucedido ayer por la noche, las conversaciones; analizo cada palabra, cada gesto y pongo en duda los hechos. Pero si es un sueño, es un sueño como ningún otro; es un sueño inmenso que no acaba nunca y en el que además todo parece tener una razón de ser. Es un sueño que duele. ¿Viajes en el tiempo? Bueno, ¿porqué no? ¿Porqué no iban inventar una máquina del tiempo dentro de cinco mil años? ¿Marcianos? Bueno, seguro que no somos los únicos habitantes de un universo infinito. Y si tenemos una máquina del tiempo seguro que tenemos una nave espacial capaz de viajar a la velocidad de la luz. ¿Artur Mas, Paco Puche y yo convertidos en héroes del tiempo, salvadores de la humanidad, elegidos? ¿Una agencia secreta orquestando un plan para proteger la raza humana? ¿Yo mismo enviándome desde el futuro una foto de algo que aún no ha sucedido? ¿Un mensaje cifrado? ¿Un ardid para conducirme a este exacto momento, para llevarme ahora por esta línea blanca, hacia este nuevo destino?

Recibo un whatssapp. Es Paco Puche. Me dice: “Paciencia. Pronto lo verás con tus propios ojos”. Como si me leyera el pensamiento, como si me viera por el agujero de una cerradura, como si todo esto ya hubiera sucedido en realidad y él ya lo supiera.

Pongo el intermitente a la derecha y tomo la salida. Me aparto de mi línea blanca y tomo una nueva. El ruido de los neumáticos sobre el asfalto, el vaivén de la carretera, la luz de la mañana a través de los cristales, los coches, la cara de la gente en sus coches, hacia sus trabajos... Y me invade una sensación de confort que me empuja a cantar en voz alta: “I can't see me loving nobody but you, for all my life. When you're with me, baby, the skies will be blue for all my life.” ¿Qué importa realmente? ¿Qué importa ahora?

Recibo otro whatssapp. Es Ana. Dice: “Te espero en nuestro bar”.

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