Capítulo 68: El fin comienza aquí

De repente estoy en otro sitio, y no parece el sitio en el que debería estar. Primero creo que está oscuro, pero rápidamente me doy cuenta de que tengo la cabeza cubierta y las manos atadas a la espalda. Entonces intento gritar y no puedo porque estoy amordazado. Forcejeo y gruño, y noto la presencia de alguien a mi lado, que también gruñe y forcejea. Intento decir "Ana" y creo que ella intenta decir "Deivid".

Superada la crisis inicial, tomo conciencia de la situación. Es evidente que algo ha salido mal, que de alguna manera han interceptado nuestro viaje temporal y hemos acabado aquí. Eso, o cualquier otra cosa, quién sabe.

Aquí huele a humedad, hace frío y se oyen ruidos de película de submarinos. Recorro la estancia a rastras y no parece tener más de cuatro o cinco metros cuadrados. Sé dónde estoy. Estoy en la base submarina de La Agencia, en un punto indefinido del Mar Mediterráneo entre Grecia y Turquía.

La Agencia tiene un plan. Bueno, tiene dos. Uno es el plan oficial. El otro no existe oficialmente. Según el plan oficial, hoy se acaba el mundo, de una manera u otra. Tanta gente ha estado viajando de aquí para allá que el espacio-tiempo no soporta ya más pliegues, ni más vértices, ni más líneas temporales. Así que, ante el temor a un colapso, y en un autoproclamado acto de “responsabilidad”, La Agencia va a devolver el espacio-tiempo a su estado natural. ¿Cómo se hace eso? Es tan sencillo de explicar como imposible de entender: evitando la invención de la máquina del tiempo.

Pero hay un plan no oficial, como decía. La Agencia pretende, en efecto, evitar la invención de la maquina del tiempo, acabar con los universos paralelos y conservar sólo una línea. Esa línea ya existe, y es un mundo en el que nunca se ha inventado la máquina del tiempo. Entiéndame: ni se ha inventado, ni se inventará. Un mundo en el que nada de esto ha sucedido ni va a suceder; en el que la gente se levanta a las siete de la mañana, va en transporte público y vive en pisos claustrofóbicos. Gobiernan los gobernantes y trabajan los trabajadores. Hay ricos y pobres. Hay guerras y películas de Hollywood. Pero, si va a comenzar una nueva partida, La Agencia quiere asegurarse cierta ventaja. Su as en la manga es la cosa más grande y más llena de gente que jamás haya viajado en el tiempo, preparada para hacer el viaje más largo y profundo. Porque el mejor sitio en el que estar cuando el espacio-tiempo se vuelva a recoger es, precisamente, ningún sitio. Ese as en la manga es esta nave.

Nuestra misión es evitarlo. Porque en ese nuevo mundo es dónde ahora vive nuestra hija.

Y de repente, una explosión. Todo se tambalea y comienzan a sonar las sirenas. Y más explosiones. Y gritos, muy a lo lejos. Muy, muy a lo lejos. Y más explosiones. Y disparos. Y entonces, como una broma, como si no pudiera ser, comienza a sonar una canción, una canción que se acerca, que se acerca lentamente hasta que al fin la reconozco: “One morning in June, some twenty years ago, I was born a rich man's son, I had everything that money could buy, but freedom I had none”. Es Looking for freedom, de David Hasselhoff. Es la canción de La Resistencia. Es nuestra canción.

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