Capítulo 53: Viernes, 10:30

—Hola, David.
—Hola, Teresa.

Teresa es mi mentora, literariamente hablando. He quedado con ella para hablar de la novela.

—Bueno, en fin. ¿Qué te ha parecido?

Le pasé el borrador la semana pasada. Lo sé porque hay e-mails que lo atestiguan. El calendario del móvil me ha recordado esta mañana que teníamos una cita.

—Mira, David... Esto no hay por donde cogerlo.
—Me lo temía...
—¿Tú te lo has revisado?
—Me temo que no, verás, está última semana ha sido un poco rara...

Teresa me mira como se mira a un hijo que ha vuelto a casa.

—Mira... veo lo que pretendías. Lo entiendo. No sé si ningún editor querrá publicarlo, ya sabes. Van a lo que van. Pero veo tu intención y me parece bien. Tiene un rollo irónico muy potente y una estructura de folletín que engancha. Pero llega un momento en el que todo resulta muy confuso. O sea, no cierras nada, todo queda abierto, y el lector debe retener demasiadas cosas en la cabeza...
—Ya, bueno... Aún tengo que revisarla...
—Además, aquí te has equivocado, mira...

Teresa me muestra el capítulo 45.

—Mira, aquí has puesto David. Has cambiado el nombre al protagonista.
—¿Cómo?
—Que a partir de aquí al protagonista lo llamas David en lugar de Alberto. Creo que es una señal de que has perdido el control...
—¿Alberto?
—Sí, pero bueno, ese no es el mayor problema...
—¿Ah, no?
—No.
—¿Y cuál es?
—David, ¿de qué va la novela?
—Pues, de viajes en el tiempo y...
—No, no. ¿Sobre qué trata? ¿De qué habla? ¿Cuál es el tema?

No hay comentarios:

Publicar un comentario